Lección 05 – Expiación Horizontal: La cruz y la iglesia
Tú eres un gentil, un griego, que ha aprendido a estimar al Dios de los judíos. De hecho, has dejado tu adoración a muchos dioses y has abrazado al único Dios verdadero. Mientras recorres los hermosos atrios y las columnas estriadas del Templo de Jerusalén, los sonidos de la adoración invocan tu alabanza. No obstante, en ese momento te encuentras frente a una barricada de piedra de 120 centímetros de altura. Grabado cada pocos metros en latín y en griego está este mensaje: “Ningún extranjero puede entrar dentro de la barrera que cerca el Templo. Todo el que sea sorprendido será culpable de muerte”. En ese momento te sientes excluido, alienado y separado.
En Efesios 2:11 al 22, Pablo ve que la Cruz de Cristo marca una diferencia dramática, ya que destruye esas barreras y muros. Verticalmente, la Cruz disuelve la alienación, al reconciliar al hombre con Dios. Horizontalmente, reconcilia a la gente entre sí. La Cruz quita la enemistad y trae la paz entre judíos y gentiles, haciéndolos “una nueva humanidad” (Efe. 2:15, NVI). Juntos, se convierten en un nuevo templo, “morada de Dios mediante el Espíritu” (Efe. 2:22, NVI).
¿Qué significa esta verdad para nosotros hoy?