«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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Lección 09 – Los ritmos del descanso

¿Quién se puede imaginar cómo habrán sido las obras de la Creación: la luz en medio de la oscuridad, los océanos rebosantes de vida, las aves que de repente levantan vuelo? ¿Y la creación sobrenatural de Adán y de Eva? Ni siquiera podemos empezar a comprender cómo lo hizo Dios. Sin embargo, después de todo este proceso de creación activa, Dios centró su atención en algo más. A primera vista, no parecía tan espectacular como las ballenas saltarinas ni las deslumbrantes exhibiciones de plumas de las aves. Dios simplemente creó un día, el séptimo día, y luego lo hizo especial. Aun antes de que la humanidad se autoimpusiera una vida estresante, Dios estableció un mojón como una ayudamemoria vívida. Dios deseaba que este día fuera una ocasión para que nos detuviéramos deliberadamente a disfrutar de la vida; un día para ser, no para hacer; para celebrar el regalo de la hierba, el aire, la vida silvestre, el agua, la gente; y, sobre todo, al Creador de todo lo bueno.
Esta invitación continuó aun después de que la primera pareja fuera desterrada del Edén. Dios quería asegurarse de que la invitación pudiera resistir la prueba del tiempo y, por eso, desde el principio la tejió en la misma urdimbre del tiempo.
Durante esta semana, estudiaremos la maravillosa invitación de Dios a entrar en un reposo dinámico, una y otra vez, cada séptimo día.

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Lección 08 – Libres para descansar

Muchos de los que se encontraron con Jesús en su ministerio terrenal eran enfermos, a veces incluso enfermos terminales. Acudían en masa a Jesús en busca de salud y descanso de sus sufrimientos. Y siempre los obtuvieron.
A veces, Jesús solo decía una palabra, y se recuperaban por completo.
A veces tocaba a los enfermos, y se sanaban milagrosamente. A veces los despedía, y la curación se producía yendo de camino. Jesús sanó a hombres, mujeres, niños, judíos, no judíos, ricos y pobres, y a gente sencilla. Los peores casos de lepra y ceguera no quedaban fuera de su alcance. Por cierto, incluso sanó a los que padecían la peor “enfermedad” de todas: la muerte.
Esta semana, analizamos dos ejemplos de curación muy diferentes. En uno, la persona estaba tan enferma que ni siquiera podía acercarse a Jesús por sus propios medios. Sus síntomas eran bien visibles para todos. En el otro caso, no había síntomas visibles ni obvios. En ambos casos, la sanidad llegó a la manera de Dios y a su tiempo.
Al explorar el tema del descanso del dolor y el sufrimiento, también consideraremos la pregunta que todos, en algún momento u otro de nuestra experiencia cristiana, nos hemos planteado: ¿Qué sucede cuando oramos por sanidad y no recibimos respuesta?
¿Cómo hallar descanso entonces?

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Lección 07 – El descanso, las relaciones y la salud

Un hombre había sido acusado de agredir sexualmente a una mujer. Ella lo identificó positivamente en una rueda de reconocimiento. Aunque las evidencias hacían que la culpabilidad de él fuera dudosa, la mujer insistió en que “Johnny” era el culpable.
Y así Johnny fue a la cárcel, donde se pudrió durante catorce años por un delito que no cometió. Recién cuando las evidencias de ADN lo exoneraron, la mujer, “Joan”, se dio cuenta de su terrible error.
Quería conocer a Johnny después de que lo liberaron. ¿Qué haría este hombre, que sufrió tanto, cuando se encontrara cara a cara con la mujer que le había arruinado la vida durante tantos años?
Ella lo estaba esperando en una habitación. Cuando él entró, se miraron a los ojos y Joan se largó a llorar.
“Johnny simplemente se inclinó y me tomó las manos, me miró y me dijo: ‘Te perdono’. Yo no podía creerlo. Allí estaba este hombre al que yo había odiado y solo le deseaba la muerte. Y sin embargo, ahora, aquí estaba él, diciéndome a mí, que le había hecho tanto mal, que me perdonaba. Recién entonces comencé a comprender de qué se trataba realmente la gracia. Y recién entonces comencé a sanar y a tener un verdadero descanso”.

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Lección 06 – Cómo hallar descanso en los lazos familiares

El joven inspeccionó cuidadosamente el horizonte. Llevaba días buscando a sus hermanos. Mientras se acercaba, recibió de todo menos una cálida bienvenida. Sus hermanos realmente querían matarlo. Si no hubiera sido por Rubén, es posible que José no habría podido contar la historia. Podemos elegir muchas cosas en la vida, pero no a nuestra familia. Nadie es perfecto, y ninguno de nosotros tiene familias perfectas y relaciones familiares perfectas. Algunos tenemos la bendición de que nuestros padres, hermanos y otros miembros de la familia reflejan el amor de Dios, pero muchos tienen que conformarse con menos de lo ideal. Las relaciones familiares a menudo son complicadas y dolorosas. Esto nos preocupa, nos duele y nos pesa mucho emocionalmente, y a su vez, lo descargamos sobre los demás. ¿Cómo podemos encontrar el descanso de Dios en este ámbito de la vida? Esta semana volvemos a la historia de José y sus lazos familiares, para ver a Dios en acción trayendo sanidad y descanso emocional a pesar de las relaciones familiares disfuncionales.

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Lección 05 – “Venid a mí…”

Qué maravillosa promesa nos ha dejado Jesús en nuestro versículo para memorizar. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha sentido agobiado a veces, no tanto por el trabajo en sí (aunque con frecuencia también puede ocurrir) sino por la carga y la fatiga pesada que conlleva la vida misma? Y Jesús aquí nos está diciendo que él sabe por lo que estamos pasando, que puede ayudarnos; es decir, si se lo permitimos.
Y luego, después de indicarnos que llevemos su yugo, Jesús dice: “Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mat. 11:30). En otras palabras, deshazte de los yugos y las cargas que llevas (dámelos) y toma los míos sobre ti, porque los míos son más fáciles de llevar.
¿Cómo podemos experimentar el descanso del que habla Jesús? A fin de cuentas, vivimos en un mundo donde, después del pecado, el Señor le dijo a Adán: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Gén. 3:19). Por lo tanto, sabemos lo que es trabajar y llevar cargas que pueden parecer demasiado difíciles de soportar, al menos por nuestra cuenta.

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Lección 04 – El costo del descanso

Muchos se desesperan por encontrar un poco de paz y tranquilidad. También están dispuestos a pagar por ello. En muchas grandes ciudades hay habitaciones sin Internet, que se pueden alquilar por hora. Las reglas son estrictas: nada de ruidos, nada de visitas. La gente está dispuesta a pagar para poder sentarse tranquila y simplemente pensar, o dormirse una siesta. Hay cápsulas para dormir que se pueden alquilar en los aeropuertos, y los auriculares con reducción de ruido son artículos habituales. Incluso hay capuchas de tela o protectores de privacidad plegables que se pueden comprar para colocarse sobre la cabeza y el torso, para un descanso rápido en el lugar de trabajo.
El verdadero descanso también tiene un costo. Si bien a los especialistas en trucos de autoayuda les gustaría hacernos creer que podemos deter- minar nuestro destino y que el descanso es solo una cuestión de decisión y planificación, no obstante, cuando lo consideramos honestamente, nos damos cuenta de nuestra incapacidad de darle verdadero descanso a nuestro corazón. Agustín de Hipona (siglos IV-V d.C.), uno de los llamados “padres de la iglesia”, lo expresó de manera sucinta en sus famosas Confesiones (Libro 1), al considerar la gracia de Dios: “Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.

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Lección 03 – Las raíces del descontento

Los álamos son árboles hermosos, que alcanzan entre 15 y 30 metros de altura. Prosperan en climas fríos con veranos frescos. Su madera se utiliza en muebles, y también para hacer fósforos y papel. Los ciervos y otros animales a menudo se alimentan de álamos jóvenes durante los duros inviernos, ya que su corteza contiene muchos nutrientes.
Sin embargo, los álamos son más notorios por el hecho de que tienen uno de los sistemas radiculares más grandes del mundo vegetal. Las raíces se reproducen por brotes subterráneos y forman un entramado que puede extenderse con relativa rapidez, y llegan a cubrir grandes áreas. Los árboles individuales de álamo temblón pueden vivir hasta 150 años, pero el organismo más grande, ubicado debajo del suelo, puede vivir miles de años.
En el estudio de esta semana, queremos descubrir algunas de las raíces de nuestro descontento. Hay muchas cosas que pueden impedirnos encontrar el verdadero descanso en Jesús. Algunas de ellas son obvias y no requieren mucha atención. Otras pueden ser menos obvias para nosotros y, al igual que con el enorme sistema subterráneo e invisible del álamo temblón, es posible que no siempre seamos conscientes de las actitudes y las acciones que nos separan de nuestro Salvador.

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Lección 02 – Sin descanso y rebeldes

Alo largo de los siglos, muchos han informado de comportamientos extraños y ansiosos en perros y otros animales domésticos antes de grandes terremotos.
Los científicos ahora han establecido que los animales pueden detectar la primera de las ondas sísmicas de un terremoto, la onda de presión, que llega antes que la onda secundaria. Algunos animales, como los elefantes, pueden percibir ondas sonoras de baja frecuencia y vibraciones anticipatorias que los seres humanos no pueden detectar.
Unos minutos antes del terremoto de 5,8 grados que sacudió la zona de Washington, D.C., el 23 de agosto de 2011, algunos de los animales del Zoológico Nacional del Instituto Smithsoniano comenzaron a comportarse de manera extraña. Entre ellos estaban los lémures, que comenzaron a gritar en voz alta durante unos quince minutos antes de que el suelo comenzara a temblar.
En el estudio de esta semana, analizaremos algunos ejemplos de extraña inquietud provocada no por desastres naturales inminentes como terremotos sino, más bien, por la pecaminosidad básica de los seres humanos caídos que no dependían de lo que Cristo les ofrece a todos los que acuden a él con fe y obediencia.

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Lección 01 – Cómo vivir en una sociedad 24/7

Tic-tac; tic-tac; tic-tac. El reloj hacía tic-tac constantemente y sin piedad. Solo faltaban dos horas para que comenzara el sábado. María suspiró mientras inspeccionaba el pequeño departamento. Los juguetes de los niños seguían tirados por toda la sala de estar; la cocina estaba hecha un desastre; Sara, la hija menor, estaba en cama con fiebre; y ella había aceptado colaborar como recepcionista en la iglesia al día siguiente, lo que significaba que tenían que salir de casa treinta minutos antes de lo normal. Ojalá pueda tener algo de tranquilidad mañana, pensó María con nostalgia.
Al mismo tiempo, al otro lado de la ciudad, José, el esposo de María, hacía fila para pagar las compras semanales. El tráfico nuevamente se había vuelto una pesadilla. Las filas de las cajas eran largas. Parecía que a todos se les había ocurrido hacer las compras en ese momento. Necesito descansar, no puedo seguir así, refunfuñó José por dentro. Tiene que haber algo más en esta vida.
¿Cómo podemos hallar descanso en medio de tanto ajetreo?

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Lección 13 – La vida del Nuevo Pacto

El poeta Homero (c. siglo VII a.C.) escribió La Odisea, la historia de Odiseo (Ulises), el gran guerrero que, después de saquear la ciudad de Troya en la guerra de Troya, inició un viaje de diez años para intentar regresar a su Ítaca natal. El viaje le llevó tanto tiempo porque enfrentó naufragios, motines, tormentas, monstruos y otros obstáculos, que le impidieron alcanzar su objetivo. Finalmente, después de decidir que Ulises había sufrido lo suficiente, los dioses acordaron permitir que el cansado guerrero regresara a su hogar y familia. Concordaron en que sus pruebas fueron expiación suficiente por sus errores.
En cierto sentido, nosotros somos como Ulises, que emprendimos un largo viaje a casa. Sin embargo, la diferencia primordial es que, a diferencia de Ulises, nunca podremos “sufrir lo suficiente” para ganarnos el camino de regreso. La distancia entre el Cielo y la Tierra es demasiado grande para que podamos reparar nuestros errores. Si llegamos a casa, será solo por la gracia de Dios.
Reseña de la semana: ¿Por qué la salvación debe ser un regalo? ¿Por qué solo Alguien igual a Dios podría rescatar nuestra alma? ¿Qué hace de Abraham un gran representante de la fe? ¿Qué significa que la justicia nos es “imputada”, o “acreditada”? ¿Cómo podemos apropiarnos de las promesas y la esperanza que se encuentran en la Cruz?

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