«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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Lecciones de Escuela Sabática en Audio

Lección 12 – Recibir un reino inconmovible

Hebreos 12:18 al 29, el pasaje de esta semana, es el punto culminante de la carta, y resume la principal preocupación de su autor al repetir la idea del comienzo: Dios nos ha hablado en la persona de su Hijo, y nosotros debemos prestarle mucha atención a él (Heb. 1:1, 2; 12:25). La descripción de Jesús en Hebreos 12:22 al 24 resume las afirmaciones de la carta acerca de él: Jesús es el Mediador del Nuevo Pacto, y su sangre ofrece salvación a los creyentes. Su ministerio sacerdotal y real en nuestro favor es motivo de celebración para las huestes celestiales. Y finalmente, Hebreos 12:25 al 29 contiene la última exhortación concluyente: el Juicio de Dios se aproxima. Traerá destrucción a sus enemigos, pero vindicación y un reino a su pueblo (Heb. 12:28, 29).
El final enfatiza la importancia de los logros de Jesús en la Cruz y dirige a los creyentes a la consumación de la victoria de Jesús. Pablo usó imágenes de Daniel 7 para recordarles a los lectores que Jesús ha recibido un reino de Dios, el Juez (Dan. 7:9-14), y que compartirá su Reino con los creyentes, “los santos del Altísimo”, quienes lo poseerán eternamente (Dan. 7:18).

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Lección 11 – Jesús, el Autor y Consumador de la fe

Hebreos 11 y 12 probablemente sean los capítulos más amados del libro. Des- criben la vida cristiana como una carrera en la que todos participamos y en la que todos los que se mantengan fieles recibirán la recompensa. También describen el drama de la Redención como una carrera en la que hubo personas de fe en el pasado que perseveraron, a pesar de los sufrimientos, pero que aún no han recibido la recompensa.
Y eso se debe a que la historia también termina con nosotros, no solo con ellos. Somos el acto final. El drama culmina con nuestra entrada y ejecución de la última parte de la carrera, y con Jesús sentado en la línea de meta a la diestra de Dios. Él aporta inspiración y el mejor ejemplo de cómo se lleva a cabo la carrera. Él es el Testigo supremo de que la recompensa es verdadera y que él es el Precursor que nos abre el camino (Heb. 6:19, 20; 10:19-23).
Hebreos 11 explica que la fe es confiar en las promesas de Dios, aunque todavía no podamos verlas. Esta lección explorará qué es la fe y cómo se obtiene a través de los ejemplos del pasado pero, de manera especial y central, a través del ejemplo de Jesús, “el autor y consumador de la fe” (Heb. 12:2).

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Lección 10 – Jesús abre el camino a través del Velo

Cuando los discípulos regresaron del Monte de los Olivos, justo después de que Jesús ascendió al cielo, estaban llenos de gozo y triunfo. Su Maestro y Amigo había ascendido a una posición de poder sobre el mundo y los había invitado a acercarse a Dios en su nombre con la absoluta confianza de que Dios respondería favorablemente a sus oraciones (Juan 14:13, 14). Aunque seguían en el mundo, atacados por las fuerzas del mal, su esperanza era firme. Sabían que Jesús había ascendido para prepararles un lugar (Juan 14:1-3). Sabían que Jesús era el Capitán de su salvación y que había abierto un camino a la Patria celestial mediante su sangre.
La ascensión de Jesús al cielo es fundamental para la teología de Hebreos. Marca el comienzo del reinado de Jesús y el comienzo de su ministerio sumo- sacerdotal en nuestro favor. Finalmente, lo más importante es que la ascensión de Jesús marca el momento en que se estableció el Nuevo Pacto, que brinda los medios necesarios para poder acercarnos a Dios con valentía mediante la fe. Es nuestro privilegio ahora acercarnos a Dios con confianza a través de Jesús y los méritos de su justicia.

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Lección 09 – Jesús, el Sacrificio perfecto

La idea de que un hombre declarado culpable y ejecutado en una cruz debería ser adorado como Dios era ofensiva para la mentalidad antigua. Las escasas referencias a la crucifixión en la literatura romana muestran su aversión a la idea. Para los judíos, la Ley declaraba que un hombre empalado en un árbol era maldito por Dios (Deut. 21:23).
Por consiguiente, los primeros motivos que encontramos en las pinturas cristianas de las catacumbas eran el pavo real (que supuestamente simboliza la inmortalidad), una paloma, la palma de la victoria del atleta y el pez. Posteriormente aparecieron otras temáticas: el arca de Noé; Abraham sacrificando el carnero en lugar de Isaac; Daniel en el foso de los leones; Jonás escupido por el pez; un pastor que lleva un cordero; o representaciones de milagros como la curación del paralítico y la resurrección de Lázaro. Estos eran símbolos de salvación, victoria y cuidado. La cruz, por otro lado, transmitía una sensación de derrota y vergüenza. Sin embargo, fue la cruz la que se convirtió en emblema del cristianismo. De hecho, Pablo simplemente calificó el evangelio como “la palabra de la cruz” (1 Cor. 1:18).
Esta semana veremos la Cruz tal como aparece en el libro de Hebreos.

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Lección 08 – Jesús, el Mediador del Nuevo Pacto

Al vivir una vida perfecta, y luego al morir en nuestro lugar, Jesús hizo de Mediador de un pacto nuevo y mejor entre nosotros y Dios. Mediante su muerte, Jesús canceló la pena de muerte que exigían nuestras transgresiones e hizo posible el Nuevo Pacto.
Esta verdad se explica en Hebreos 10:5 al 10, que reconoce que Jesús manifestó la obediencia perfecta requerida por el Pacto. Hace referencia al Salmo 40, que originalmente expresa el deseo de David de rendirle total obediencia a Dios: “He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Sal. 40:7, 8). Este salmo expresó la condición del pacto de Dios con Israel: una obediencia que era un deleite y una ley que estaba escrita en el corazón (Deut. 6:4-6). Pero, lo que para David fue solo un deseo, en Jesús es un hecho.
Para Pablo, este salmo adquirió un significado especial con la encarnación de Jesús. Él encarnó la obediencia del Nuevo Pacto. Él es nuestro Ejemplo. Somos salvos, no solo a causa de su muerte, sino también por su obediencia perfecta.

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Lección 07 – Jesús, el Ancla del alma

Hebreos 5:11 a 6:20 interrumpe la exposición teológica sobre el sacerdocio de Jesús en nuestro favor. Pablo inserta allí una dura advertencia sobre el peligro de apartarse de Cristo.
Aparentemente, el pueblo corría un grave peligro de descender por la pen- diente resbaladiza de la autocompasión y la falta de fe. Al apóstol Pablo le preocupa que sus lectores y oyentes hayan perdido el sentido espiritual debido a las situaciones difíciles que afrontaban y, por lo tanto, que hayan dejado de crecer en su comprensión y experiencia del evangelio.
¿No es este un peligro potencial para todos nosotros: desanimarnos a causa de las pruebas y apartarnos?
Sin embargo, la dura advertencia culmina con un afectuoso aliciente. Pablo expresa fe en sus lectores y exalta a Jesús como la personificación de la pro- mesa inquebrantable de salvación de parte de Dios (Heb. 6:9-20). Este ciclo de advertencia y ánimo se repite en Hebreos 10, versículos 26 al 39. Estudiaremos este ciclo y nos enfocaremos en las enérgicas palabras de aliento que Jesús nos brinda.

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Lección 06 – Jesús, el Sacerdote fiel

El pecado causó el abismo que existía entre Dios y nosotros. El problema se agravó porque el pecado también implicaba la corrupción de nuestra naturaleza. Dios es santo, y el pecado no puede existir en su presencia. Por lo tanto, nuestra propia naturaleza corrupta nos separó de Dios, al igual que dos imanes en la orientación incorrecta se repelen entre sí. Además, nuestra naturaleza corrupta hizo imposible que como seres humanos obedezcamos la Ley de Dios. El pecado también implica malentendidos. Los seres humanos perdimos de vista el amor y la misericordia de Dios y llegamos a verlo como iracundo y exigente.
Esta semana, estudiaremos las cosas maravillosas que hicieron el Padre y Jesús para salvar ese abismo. Hebreos 5 al 7 brinda un análisis cuidadoso del sacerdocio de Jesús. El autor analiza su origen y su propósito (Heb. 5:1-10) y luego exhorta a los lectores a no ignorarlo (Heb. 5:11-6:8), sino a aferrarse a la seguridad de la esperanza que ofrece (Heb. 6:9-20). También explica las características de su sacerdocio (Heb. 7:1-10) y sus implicaciones para la relación de Dios con los creyentes (Heb. 7:11-28). Esta semana nos centraremos específicamente en Hebreos 5:1 al 10 y 7:1 al 28.

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Lección 05 – Jesús, el Dador del descanso

Hebreos 1 y 2 se centraron en la entronización de Jesús como Gobernante y Libertador del pueblo de Dios. Hebreos 3 y 4 presentan a Jesús como el que nos brindará descanso. Esta progresión tiene sentido una vez que recordamos que el pacto davídico prometía que Dios les daría “descanso” de sus enemigos al Rey prometido y a su pueblo (2 Sam. 7:10, 11). Este descanso está disponible para nosotros ahora que Jesús está sentado a la diestra de Dios.
Hebreos describe el descanso como un descanso que pertenece a Dios y como un descanso sabático (Heb. 4:1-11). Dios hizo que este descanso, que era suyo, estuviera disponible para Adán y Eva. El primer sábado fue la experiencia de la perfección con aquel que hizo posible esa perfección. Dios también promete un descanso sabático porque la verdadera observancia del sábado materializa la promesa de que Dios restituirá esa perfección.
Cuando guardamos el sábado, recordamos que Dios hizo una provisión perfecta para nosotros cuando creó el mundo y cuando lo redimió en la Cruz. Sin embargo, la verdadera observancia del sábado es más que un acto de conmemoración. Es un anticipo, en este mundo imperfecto, del futuro que Dios ha prometido.

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Lección 04 – Jesús, nuestro Hermano fiel

Hebreos 1 habla de Jesús como el Hijo de Dios, el Gobernante de los ángeles, y “el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es” (Heb. 1:3, NVI). En Hebreos 2, Jesús es el Hijo del Hombre, que fue hecho inferior a los ángeles y que adoptó la naturaleza humana con toda su fragilidad, aun hasta el punto de la muerte (Heb. 2:7).
En Hebreos 1, Dios dice acerca de Jesús: “Mi Hijo eres tú” (Heb. 1:5). En Hebreos 2, Jesús, al referirse a los hijos de los seres humanos, dice que son sus “hermanos” (Heb. 2:12).
En Hebreos 1, el Padre declara la soberanía divina del Hijo (Heb. 1:8-12). En Hebreos 2, el Hijo manifiesta su fidelidad al Padre (Heb. 2:13).
En Hebreos 1, Jesús es el divino Señor, Creador, Sustentador y Soberano. En Hebreos 2, Jesús es el Sumo Sacerdote humano, misericordioso y fiel.
En resumen, la descripción de Jesús como un hermano fiel y misericordioso se ve representada en la descripción del Hijo como la máxima manifestación del eterno Dios creador (Heb. 1:1-4).

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Lección 03 – Jesús, el Hijo prometido

Inmediatamente después de que Adán y Eva pecaron, Dios les prometió una “descendencia”, un Hijo que los libraría del enemigo, recuperaría la herencia que se había perdido y cumpliría el propósito para el que habían sido creados (Gén. 3:15). Este Hijo los representaría y los redimiría tomando su lugar y, finalmente, destruyendo a la serpiente.
“Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese rápidamente. Con gozo dieron la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó” (DTG 23). La promesa le fue confirmada más tarde a Abraham. Dios le juró que tendría una “simiente”, un Hijo a través del cual todas las naciones de la Tierra serían bendecidas (Gén. 22:16-18; Gál. 3:16). Y Dios hizo lo mismo con David. Le prometió a David que su hijo sería adoptado por Dios como Hijo propio y que se establecería como un gobernante justo sobre todos los reyes de la Tierra (2 Sam. 7:12-14; Sal. 89:27-29). Sin embargo, lo que ni Adán, ni Eva, ni Abraham ni David probablemente nunca se imaginaron era que su Hijo redentor sería Dios mismo.

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