«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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Lección 09 – La Fuente de la vida

En el Evangelio de Juan, cuando preguntaron a Jesús quién era, respondió: “YO SOY”, una referencia inequívoca a la Deidad, al Señor mismo, quien
se había identificado así al presentarse ante Moisés en la zarza ardiente: “Yo soy el que soy” (Éxo. 3:14). Y este mismo Dios, el “YO SOY”, “se hizo carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Y vimos su gloria, gloria que, como Hijo único, recibió del Padre” (Juan 1:14).
El título “YO SOY” está presente en todo el Evangelio de Juan. El versículo para memorizar de esta semana refleja ese tema: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). El “YO SOY” es la Luz del mundo, el Pan de vida, la Puerta de las ovejas, el Buen Pastor y la Vid verdadera.
Esta semana continuaremos estudiando la revelación de Dios que nos ofrece Juan. También exploraremos más a fondo el rechazo de Jesús por parte de algunos a pesar de las poderosas evidencias de que era el Mesías. Estudiaremos este fenómeno por dos razones: para evitar el mismo error y para considerar cómo podemos alcanzar a quienes corren actualmente el peligro de cometer ese error.

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Lección 08 – El cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento

En el Evangelio de Juan se aprecia todo lo que Jesús dijo e hizo como demostración de que era el Cristo, el Mesías prometido a Israel. Además, vino
como un integrante del pueblo del Pacto, como un judío nacido en Belén, tal como lo habían predicho las Escrituras.
Sin embargo, como escribió Juan, “en el mundo estaba, y aunque el mundo fue hecho por él, el mundo no lo reconoció” (Juan 1:10).
¿Estaba en el mundo que él mismo creó, pero el mundo no lo conoció? Es una afirmación asombrosa. Como podemos ver en los cuatro evangelios, muchos
no lo reconocieron como quien realmente era aunque deberían haberlo hecho, especialmente en vista de todo lo que Jesús dijo e hizo, y más aún, porque las
Escrituras del Antiguo Testamento lo señalaban claramente.
Esta semana veremos otras maneras por las que Juan reveló a Jesús como el Mesías, y también por qué algunos siguieron rechazándolo a pesar de las
poderosas evidencias de que era el Cristo.
¿Qué podemos aprender de sus errores?

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Lección 07 – Bienaventurados los que creen

A lo largo de su Evangelio, Juan presenta una diversidad de personas con
diferentes antecedentes, creencias y experiencias que dan testimonio
de quién era Jesús.
“¡Este es el Cordero de Dios!” (Juan 1:36). “Hemos hallado al Mesías” (Juan
1:41). “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés” (Juan 1:45). “¡Rabí! ¡Tú
eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel!” (Juan 1:49). “¿No será el Cristo?” (Juan 4:29).
“Nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que en verdad este es el Salvador
del mundo” (Juan 4:42). “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna” (Juan 6:68). “Yo era ciego y ahora veo” (Juan 9:25). “Yo he creído que tú
eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (Juan 11:27). “¡Aquí está
su rey!” (Juan 19:14). “Yo no hallo delito en él” (Juan 19:6). “¡Señor mío y Dios
mío!” (Juan 20:28).
¿Quiénes eran algunas de estas personas y por qué dieron testimonio acerca de
la identidad de Jesús?

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Lección 06 – Más Testimonios acerca de Jesús

Jesús no se limitó a decir cosas asombrosas acerca de sí mismo, de quién era,
de quién lo envió o de su procedencia. También mostró quién era mediante
los milagros y las señales que realizó. En las palabras de algunos que tes-
tificaron abiertamente en favor de Jesús: “Cuando venga el Cristo, ¿acaso hará
más señales que este hombre?” (Juan 7:31). En efecto, él respaldó sus palabras
con acciones que demostraron la veracidad de ellas.
Pero, a medida que el drama continúa, comienza una división entre la gente.
La curación del hombre junto al estanque de Betesda atrae la ira de algunos
líderes. La discusión en Capernaum tras la alimentación de los cinco mil da
lugar al rechazo de Jesús por parte de las multitudes. La resurrección de Lázaro
suscita fe en algunos, pero desencadena en otros una hostilidad que conducirá
al juicio y la ejecución de Jesús.
La lección de esta semana examina a algunos que dieron testimonio en
favor de Jesús. En cada uno de estos incidentes se revelan algunos aspectos
de quién es realmente Jesús, y juntos crean una visión más profunda de Jesús
como el Mesías.

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Lección 05 – El testimonio de los samaritanos

¿Quiénes eran los samaritanos? Israel, el Reino del Norte, fue llevado
cautivo por los asirios en el año 722 a.C. para crear estabilidad po-
lítica. Los asirios dispersaron a sus cautivos por todo su imperio.
Asimismo, cautivos de otras naciones fueron llevados a repoblar el Reino del
Norte. La población mixta resultante fueron los samaritanos, quienes practi-
caban su propia forma de judaísmo.
Sin embargo, las relaciones entre ellos y los judíos no eran buenas. Por
ejemplo, los samaritanos se opusieron a la reconstrucción del Templo cuando
los judíos regresaron de Babilonia. Los samaritanos, mientras tanto, habían
construido su propio templo en el monte Gerizim. Pero este templo fue destruido
por el gobernante judío Juan Hircano en el año 128 a.C.
En la época de Cristo, esta animosidad continuaba. Los judíos evitaban
Samaria en la medida de lo posible. Aunque las relaciones comerciales eran
posibles, cualquier otro tipo de interacción era tabú. Los judíos no pedían nada
prestado a los samaritanos ni recibían favores de ellos. En este contexto, Juan
narra el encuentro entre Jesús, la mujer junto al pozo y los habitantes de la
ciudad samaritana de Sicar.

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Lección 04 – Testigos de Cristo como Mesías

Sin duda, Jesús proporcionó a la gente poderosa evidencia bíblica en respaldo
de sus afirmaciones acerca de sí mismo, incluyendo: “Les aseguro: El que
cree, tiene vida eterna” (Juan 6:47).
Pero hay más. Convirtió el agua en vino; alimentó a miles de personas con
unos pocos panes y peces; sanó al hijo del noble; restauró al hombre en el
estanque de Betesda; dio la vista al ciego de nacimiento; y resucitó a Lázaro.
El evangelista recurre a toda una serie de acontecimientos y personas (judíos,
gentiles, ricos, pobres, hombres, mujeres, gobernantes, plebeyos, cultos e in-
cultos) para que den testimonio de quién es Jesús.
Juan señala incluso al propio Padre y a las Escrituras como testigos de la
identidad del Maestro.
Esta semana comienza con el poderoso testimonio de Juan el Bautista. Tam-
bién aparecen en escena otros testigos: Andrés y Simón Pedro, Felipe y Natanael;
y un testigo inesperado, el fariseo Nicodemo. Pero hay otro testigo que perma-
nece en la sombra (ese otro discípulo con Andrés, en Juan 1:35, 40): el propio Juan.

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Lección 03 – La historia de fondo: el prólogo

La lección que estudiamos durante la primera semana trató del final de Juan,
que explica por qué escribió su Evangelio. La lección de esta semana vuelve
al principio del Evangelio, donde Juan expone la dirección en la que él,
inspirado por el Espíritu Santo, desea conducir al lector. Los autores del Nuevo
Testamento suelen presentar en las primeras palabras y párrafos de sus escritos
los temas que luego desarrollarán. Así lo hace Juan, cuya agenda temática forma
parte de un gran barrido cósmico que describe verdades primordiales acerca
de Jesucristo, verdades que se remontan incluso a la etapa previa a la Creación.
Esta presentación al comienzo del Evangelio ofrece a los lectores, quienes ya
saben que Jesús es el Mesías, una ventaja que no tenían los personajes del propio
libro. El lector puede ver claramente los grandes temas a los que el evangelista
vuelve al contar la historia de Jesús. Estos grandes temas se sitúan dentro del
período histórico de la vida terrenal de Jesús.
La lección de esta semana comenzará con el Prólogo (Juan 1:1-18) y resumirá
sus temas principales. A continuación, estos temas se examinarán también en
otros lugares del Evangelio de Juan.

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Lección 02 – Signos de divinidad

La Biblia deja en claro que Jesucristo es el Hijo eterno, uno con el Padre, no
creado ni engendrado. Jesús es quien creó todo lo que existe (Juan 1:1-3).
Por lo tanto, Jesús siempre ha existido; nunca hubo un momento en el
que no haya existido. Aunque Jesús vino a este mundo y tomó sobre sí nuestra
humanidad, siempre conservó su divinidad y, en momentos concretos, dijo e
hizo cosas que la revelaron.
Esta verdad era importante para Juan. Por eso, al relatar algunos de los mila-
gros de Jesús, Juan los utilizó para señalar la divinidad de Cristo. Jesús no solo
dijo cosas que revelaban su divinidad, sino también respaldó sus palabras con
hechos que la corroboraron.
La lección de esta semana examina tres de las mayores señales o evidencias
de la divinidad de Jesús. Lo sorprendente es que, en cada caso, algunas personas
no creyeron en el milagro o no percibieron su significado. Algunas de ellas se
alejaron de Jesús; otras profundizaron su ceguera espiritual; y otras tramaron la
muerte de Jesús. Aun otros aceptaron la evidencia que se les ofreció y creyeron
en Jesús como el Mesías.

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Lección 01 – Señales que indican el camino

¿Por qué escribió Juan su Evangelio? ¿Quería enfatizar los milagros de
Jesús o algunas de las enseñanzas específicas del Maestro? ¿Por qué
escribió lo que escribió?
Bajo el poder y la influencia del Espíritu Santo, Juan explica por qué. Dice
que, aunque se podrían escribir muchas cosas más sobre la vida de Cristo (Juan
21:25), los relatos que incluyó se escribieron “para que ustedes crean que Jesús
es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengan vida por medio de él”
(Juan 20:31).
Esta semana vamos a examinar en Juan algunos de los primeros milagros de
Jesús: desde cómo convirtió el agua en vino en una boda hasta cómo devolvió
la salud al hijo enfermo de alguien, pasando por la curación del hombre en el
estanque de Betesda.
Juan llama “señales” a estos milagros. No se refiere a algo como una señal
en la calle, sino a un acontecimiento milagroso que señala hacia una realidad
más profunda: Jesús como Mesías. En todos estos relatos, vemos ejemplos de
personas que respondieron por fe. Y sus ejemplos nos invitan a hacer lo mismo.

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Lección 13 – El Señor resucitado

La crucifixión de Jesús fue un oscuro fin de semana para los discípulos mientras no solo lidiaban con la muerte de su Maestro, sino también temían por su propia vida (Juan 20:19).
En Marcos 16, el último capítulo del Evangelio de Marcos, veremos lo que sucedió tras la muerte de Jesús.
Consideraremos en primer lugar el momento en que ocurrió la resurrección de Jesús y por qué las mujeres fueron al sepulcro ese domingo de mañana. Los adventistas hemos evitado a veces referirnos a la mañana de la resurrección porque es usada erróneamente para apoyar la presunta sacralidad del domingo. Veremos, en cambio, que podemos regocijarnos por la resurrección ocurrida aquel domingo a pesar de la teología errónea que, desafortunadamente, ha surgido a partir de ello.
En segundo lugar, la lección explica los primeros versículos de Marcos 16, vinculando este texto con un tema presente en todo el libro. El estudio correspondiente al lunes y al martes se ocupará de estos conceptos.
En tercer lugar, como conclusión de nuestra lección semanal, las lecciones del miércoles y del jueves examinarán el resto de Marcos 16 y considerarán la misión que este texto nos propone. Este estudio concluirá desafiando al lector de Marcos a llevar el evangelio al mundo entero.

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