Lección 03 – Para agradar a Dios
Imagina la siguiente situación: En el Día del Padre, un niño de cinco años se acerca a su progenitor con un regalo mal envuelto y se lo entrega emocionado.
El padre le dice: «Hijo, no me importa tu regalo. Al fin y al cabo, no hay nada que puedas darme que me satisfaga. Cualquier cosa que me des la puedo conseguir yo mismo, la he comprado con mi dinero o está hecha con materiales
que yo he pagado. Así que, guárdate tu regalo. No lo necesito ni lo quiero. Pero aun así te amo».
¿Qué te parece la reacción imaginaria de ese padre? Vienen a mi mente palabras como «sin corazón», «frío» e «insensible». ¿Es así como Dios nos responde?
¿Podemos agradar a Dios? Aunque sea difícil de imaginar, incluso nosotros, seres caídos, corrompidos por el pecado y propensos al mal, podemos agradar a Dios. En otras palabras, Dios no nos considera a nosotros ni los dones que le
traemos con la actitud de ese padre. Al contrario, podemos agradar a Dios, pero solo por medio de Cristo.