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Lección 06 – El amor de Dios por la justicia
En el antiguo Cercano Oriente, los «dioses» de las naciones no solo eran volubles, inmorales e impredecibles, sino que también ordenaban atrocidades, como el sacrificio de niños. Incluso complaciéndolos, los pueblos paganos no podían contar con su favor, por lo que no se atrevían a disgustar a sus «deidades» tribales.
Según Deuteronomio 32: 17, detrás de tales «dioses» había demonios (ver también 1 Cor. 10: 20, 21). Sus formas de culto se prestaban al abuso, y sumían al pueblo en una gran oscuridad espiritual y moral.
El Dios de la Biblia es totalmente diferente de esas fuerzas demoníacas, ya que es perfectamente bueno y su carácter es inmutable. Solo en virtud de la bondad constante de Dios podemos tener esperanza ahora y para la eternidad.
En marcado contraste con los falsos dioses del mundo antiguo, e incluso con los «dioses» modernos, Jehová se preocupa profundamente por el mal, el sufrimiento, la injusticia y la opresión, todo lo cual condena de manera constante e inequívoca y hará desaparecer.