Lección 02 – Muerte en un mundo pecaminoso
Cuando Dios el Padre le confirió un honor especial a Cristo y anunció que juntos crearían este mundo, “Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo” (HR 16), y conspiró contra él.
Como fue expulsado del cielo, Satanás decidió “destruir la felicidad de Adán y de Eva” en la Tierra, y así “causar tristeza en el cielo”. Imaginó que “si de alguna manera podía inducirlos [a Adán y a Eva] a desobedecer, Dios haría algo para perdonarlos; entonces él y todos los ángeles caídos dispondrían de una buena oportunidad para compartir con ellos la misericordia de Dios” (HR 29, 30). Plenamente consciente de la estrategia de Satanás, Dios advirtió a Adán y a Eva que no se expusieran a la tentación (Gén. 2:16, 17). Esto significa que, aun cuando el mundo todavía era perfecto e inocente, ya había claras restricciones para que los seres humanos las obedecieran.
Esta semana reflexionaremos sobre la caída de Adán y de Eva, sobre cómo el pecado y la muerte se apoderaron de este mundo y cómo Dios plantó una semilla de esperanza para la humanidad ya desde el Edén.