Lección 11 – El cristiano y el trabajo
El trabajo fue idea de Dios. En el mundo ideal antes del pecado, Dios les dio a Adán y a Eva la tarea de cuidar el Jardín del Edén (Gén. 2:15). Al igual que su Creador, a cuya imagen fueron creados, debían dedicarse a un trabajo creativo y al servicio amoroso. Es decir, incluso en un mundo no caído, un mundo sin pecado, muerte ni sufrimiento, debían trabajar.
En este “ínterin” (después del mundo ideal y antes del prometido), se nos invita a ver el trabajo como una de las bendiciones de Dios. Entre los judíos, a cada niño se le enseñaba un oficio; de hecho, se decía que un padre que no le enseñaba un oficio a su hijo educaba a un criminal. Mientras tanto, Jesús, el Hijo de Dios, pasó muchos años haciendo la voluntad de su Padre en un trabajo honesto como un hábil artesano, tal vez, proveyendo a la gente de Nazaret los muebles y los implementos agrícolas necesarios (Mar. 6:3). Esto también formó parte del adiestramiento con el fin de prepararlo para el ministerio que tendría por delante. Esta semana analizaremos el tema del trabajo y su papel en la educación cristiana.