Lección 04 – El poder de la oración: Interceder por otros
Los miembros de la iglesia del Nuevo Testamento sentían su necesidad de orar. “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hech. 4:31).
Nota: los discípulos oraron. Fueron llenos del Espíritu Santo, y luego hablaron la Palabra de Dios con denuedo y confianza.
Hubo una relación directa entre sus oraciones, el derramamiento del Espíritu Santo y la proclamación poderosa de la Palabra de Dios. “Los discípulos […] no pedían una bendición simplemente para sí. Estaban abrumados por la preocupación de salvar almas. Comprendían que el evangelio había de proclamarse al mundo, y demandaban el poder que Cristo había prometido” (HAp 30, 31).
Cuando buscamos a Dios e intercedemos por los demás, Dios obra en nuestros propios corazones para acercarnos a él y nos da la sabiduría divina con el fin de alcanzarlos para su Reino (Sant. 1:5). Él también trabaja poderosamente en su vida para atraerlos a él (1 Juan 5:14-17).